Noviembre-Diciembre 2024
Edición N°6
ISSN: 3028-385X
La tiranía, al ver que su anti-hermana se nos iba, le trató de dar respiración boca a boca, pero el aparato respiratorio había colapsado por completo. La saliva del occiso en cuestión, ya perturbada por una presunta intoxicación de mercurio y tungsteno, aprendió a pedir permisos para pasar al esófago podrido, y así la democracia murió en el sistema.
"No sé si he llegado tarde a mi cita con la verdad. Lo peor es que no lo vi pasar. Se me escapó mientras pensaba en esta celda. Borracho, miraba yo los viejos tatuajes de mi compañero, y me trajeron el aroma de la tinta de Whang Od", escribió Jerónimo Lajera en su carta de confesión, antes de ser fusilado por la justicia filipina.
Aún recuerdo a Gaby, qué niña tan pícara. Siempre me miraba con esos ojitos maliciosos y me susurraba al oído que nos fuéramos para un rincón donde nadie nos viera. Allí nos toquetéabamos, suavecito, todo por encima de la ropa, porque nunca me dejó hacer nada más.
Un hombre llegó por la mañana y lo único que se escuchaba en la casa era a todos arreglando cada detalle para causar una buena impresión. Yo esperaba en el rinconcito debajo de las escaleras a que ella llegara para darme las instrucciones.